Los días calurosos y soleados

Resultan ideales para conocerse, porque son jornales en donde el cuerpo se calienta de tal forma que sentimos que se nos escapa el alma al transpirar.
En los días calurosos y soleados nuestro cuerpo se recarga de energía y caminamos con la evaporación en plenitud de todos nuestros miedos, de todos los prejuicios, de todas nuestras inquietudes, capacidades, predisposiciones y deseos.
Nuestra individualidad efervesce, se torna centrífuga y se impresiona en las sombras que nos acompañan. Por eso, no hay mejor día para conocer a un ser que en los días calurosos y soleados.
Si las sombras nos parecen oscuras no es solo porque obstruyen a lo luminoso, sino porque no hemos aprehendido a observar la esencia  misma de las cosas.
La luna llena maquilla nuestras sombras, las llena de apariencia romántica y aromas de pasión. Pero, la luz lunar es incierta porque su esencia no es más que el reflejo del astro Rey.
Por eso las sombras que se reflejan en las noches de luna llena no son más que la proyección de lo que nosotros mismos deseamos que sean... son sombras nubladas, son sombras engañosas.
Por eso el niño les teme: porque -como tod@s- le teme a aquello que desconoce.
Por eso el poeta les da vida en las líneas que gesta, porque es ésta -y solo ésta- su razón de ser, el motivo de su permanencia.
Por eso si deseas conocerte, date tiempo para recorrer caminos al oriente y -lentamente- persigue esa proyección de tí mismo, que no es mas que tú mismo proyectado.
Por eso si quieres conocer realmente a alguien, invítale a caminar de espaldas al sol en el atardecer de un día caluroso y soleado y observa la enseñanza que a sus pies se nuestra; como una muestra de la esencia misma de los seres que observan.
Por eso en las madrugadas que preceden a los días calurosos y soleados, las sombras de los enamorados se alargan hasta encontrarse una con la otra para poder fundirse.
Por eso no hay como hacer el amor en el zenit de los días calurosos y soleados y hacerlo nuevamente, después de disfrutar con intensidad el violeta del ocaso que despide la jornada bendita de un día caluroso y soleado.

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