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Mostrando las entradas de diciembre, 1993

A tí, Amiga Mía

...te quisiera recordar Esas noches, aquellos días en que solíamos jugar todos juntos a las escondidas, disfrutando de las alegrías que nos regaló un poquito de amistad. Recuerdo con cierto detalle, que solíamos reñir al recorrer los caminos de dulces juegos de niños: cebollitas, los listones o el baseball. Infantiles momentos llenos de felicidad, compartimos varios cuentos de ilusión y soledad. Mas recuerda, amiga mía, que jamás hubo agonía por la escasa y tan ansiada libertad. Qué decir de aquellas tardes en que nos oyó la ciudad emitir nuestros cantares y en una cinta grabar un absurdo radiocuento que nos permitió el momento de ser grandes, inmortales, libres ya. Y resulta, amiga mía, que llegó el tiempo de amar de buscar feliz tu vía, de comenzar a intentar el inicio de tu vida; el destino que hoy en día ya es perpetuo, ya es eterno frente al altar. Te deseo, amiga mía, gozo y felicidad al lado de tu esposo y de los que venga

Mar y Sol (en Amaj7)

Derrites mi persona con tu presencia e igual que siempre y con cualquiera. Tú no sabes que yo existo, como yo no se que existe aquello que por mi disipa. Te vi aquel soleado día, desde entonces me fascinas vida mía; miradas esquivadas ante la evidencia, forjaron inocentes sonrisas. Un parpadeo mal cuidado me ha dicho que mi andar no te es ajeno, no solo sabes que yo existo, pues pareces entender mis pensamientos. Gracias te doy por hacerme revivir la experiencia de un amor casi pueril. El gusto por el destino, el amor por el camino, la ilusión de besar siempre tu trayecto frente a mí. Adorar la voz que dice ¡adelante sin reservas! denle marcha a rienda suelta a los duendes... dentro de su corazón. Nunca he sido bueno para la casualidad y contigo -amor- no fue lo excepcional. Pero un amigo mío que parece pretenderte provocó aquel encuentro sin igual. Entonces fue mas que obvio el interés compartido, aún así tardamos en aceptar... La soledad de tu presencia frente a la mía, luego so