Me atraes mucho! - le dije

- ¿Te atraigo o te gusto? contestó con su mirada altiva, levantando la ceja y llenando el espacio con su sonrisa angelical. 

 - Cuando alguien te gusta puedes reconocer la sedosidad de su cabello, la sensualidad de sus caderas, la hermosura de sus ojos, la majestuosidad de sus tetas y cosas así. El gusto, argumenté, radica en embelesarte con todo aquello que te parece bello de esa persona.  
- Cuando alguien te atrae, adicionalmente,  tu mundo se vuelca dentro de tí. Te reconoces abierto y sensible a recibir el mundo. Sientes como si centenares de  bichos y mariposas acabaran de nacer en tu  estómago. Puedes percibir los claroscuros de la luz entre los árboles y escuchar el sutil cantar de las aves apenas perceptible por el ruido de la ciudad. Sientes calor y sientes frío, no importa el clima que haya o la temperatura del ambiente. 
El mundo (no solo tu mundo) se detiene; los autos se detienen, la gente se detiene, el humo del carbón del puesto de la esquina se detiene, nada avanza, nada sucede… Solo hay algo que se  mantiene en movimiento, brillando como un ángel, irradiando belleza, luz y calor al resto del mundo en pausa. Entonces se que eres tú; sin voltear, sin buscarte con la mirada, sin siquiera mirarte… Se que eres tú. 
Cuando decido voltear, confirmó que eres tú, tú quien permanece en movimiento, tú quien llenas el espacio vacío y también el espacio lleno, eres tú quien con tu sola presencia detienes el mundo y al mismo tiempo aceleras mi mundo… Entonces entiendo que me siento atraído por ti.  
 - Entonces, ¿te atraigo o te gusto?, insistió.  
 -  Fundamentalmente, me atraes, le reiteré.


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