Sabineando...

EL HOMBRE DEL TRAJE GRIS...
Algunas culturas en el mundo occidental moderno lo conciben como "el último de los siete"; para diversos miembros de otras es el primero de la semana o el día de descanso, el de asueto, el del encuentro con Dios.  El domingo, el de la angustia pre laboral. Para mí no es mas que una rotación mas del globo, desde la aurora hasta el ocaso, en la que se dejó sentir la magia de la belleza. 
Todo empezó cuando aquella negra noche -perfumada con pachuli-, en que la ciudad pinta sus labios de neón; rendido de sueño la luz apagué cuando oí una fuerte voz que me gritaba "¡Soy del color de tu porvenir"!  En mi cama de pronto me vi despertar y siguiendo la voz del instinto, fui cambiando de dueño y de lugar.
PONGAMOS QUE HABLO DE...
El punzante aroma a aceite quemado que ronda por los pasillos de mármol desliza hasta cubrir cada aliento, cada fosa, cada poro, cada pensamiento. El convoy arriba  mis ideas y las absorbe con el nunca ausente rechinado que produce la fuga de aire comprimido y la falta de mantenimiento. Demasiada gente para el día y la hora.
El obeso del vagón se toca mientras frota su cuerpo desnudo; el metro huele a podrido, carne de cañón y soledad.
Una Macarra de ceñido pantalón, a punta de navaja y empujón, abusa de los pocos -que haciéndose los locos- fingiendo que no se enteran se dejan que les roben la cartera para cenar.
¡Qué no se mueva nadie! has ordenado, al tiempo que todos los enanos juntan sus vicios, sus carteras, sus horarios. 
Mientras sus manos archivan, alguien no puede contener reírse tórdidamente, un risa un poco lista, un poquitín boba. Todos se miran, nadie se toca... los Bulevares arden y la piel recibe un telegrama urgente... en trance al consorte sorprendí; parecía como si quisiera jugarme el destino una broma macabra.
El ambiente se llena -ahora- de mil rumores alarmantes, nadie trata de ir más allá, así que me escabullí. Se cruzan los caminos pasando de mitos, pasando de gritos, pasándolo bien.
Aprendí a fruncir el entrecejo y poner zancadilla al guardia urbano, mientras pasaba gritando ¡Al ladrón, al ladrón! Al pisar la estación, le abrí la jaula a mi corazón.
Mas triste que un torero al otro lado del telón de acero entendí que la vida es un metro a punto de partir; loco por conocer los secretos en la escalera me senté a silvar mi melodía. El infame pañuelo secaba saliva y sudor justo cuando, con piruetas de bufón, se presentó ante mí el pariente pobre de duda, el cómplice traidor a decirme ¿por qué comerse un marrón, cuando la vida se luce poniendo ante tí un caramelo?
PISA EL ACELERADOR...
Hay quien insiste en llamarle archivo akáshico, conocimiento divino, iluminación. Otros lo conciben como el inconsciente colectivo; "latida", Chispa y mas (o menos). Sin embargo ese algo al que no le permitimos que nos llame, absorba, ordene y guíe en equilibrio nuestras vidas. Es aquello tan prostituido por filósofos, religiosos y otros dos. Llamado que entiendo como intuición... basta con seguirla sin intentar cortejarla.
Por la ciudad camino, no preguntéis a dónde, busco acaso un encuentro que me ilumine el día... dejo que mis pasos me lleven al sur -donde nací- así que inevitablemente transito por el bulevar de los sueños rotos de cuando la vida era dura, distinta y feliz; ¡negra noche, espero tanto de tí!
Hace demasiados meses que mis payasadas no provocan tus ganas de reír. Hace demasiados meses que no existía ningún motivo para levantarse, gruñendo, ahora que todavía duerme el Sol. Hace demasiados meses que no probaba -no se si era el café con dos de azúcar y croissant- o tal vez ese viento que me arranca del aburrimiento y me deja abrazado a una duda.
Escuchose entices un bárbaro trueno mientras la muerte pasaba en ambulancias blancas sonorizando la negra noche en que las estrellas se olvidaron de salir. Con él, el rayo, me echó un cable la lluvia y volteé para ver al tipejo, que es el del espejo, de traje gris y mirada absurda que tiene el corazón tan de paria y tan oxidado. También en el infierno llueve sobre mojado, lo se porque he pasado más de una noche allí.
Cuando no queda nada ya mejor que la lluvia das el mundo a cambio de una canción ¡mientras tenga gasolina tu motor, pisa el acelerador!
Se me ha olvidado ya el lugar de donde vengo y puede que no exista el sitio a donde voy.


PEOR PARA EL SOL...
Desde que el ser humano empezó a ser mas "homos" que "pitecus" hemos cambiado constantemente las pautas culturales. Desde el "garrotazo y conquista", pasando por el asalto al dragón y el "te robo princesa", hasta el "por siempre fiel" y "hasta que la muerte nos separe". Pasando también por el contrato compromiso ante la encarnación terrenal de la divina justicia en el juzgado de lo familiar. Ninguna de estas opciones satisfacen hoy día al que se encorva en la mediocridad de sus músculos, mientras el vecino explota al máximo su físico. Ni satisface al que paga varias rentas y más de una colegiatura; ni al que cambia amor bajo cuenta regresiva por un porcentaje de sus quincenas, ni al "casi cool" que se embriaga de culpabilidad por una copa de "clóset gay al reproche" derramado sobre su cama tibia, húmeda y vacía. 
Tal vez todo sea menos complicado: estás, estamos. Voltear, mirar, sonrojarse, escapar; volver a mirar y atrapar al viento con un halo fugaz de reciprocidad visual, perenne... y sonreír.
Como cada domingo (desde el anterior al anterior del anterior) iba a buscarte a la cruz de Coyoacán. Esta vez entré por entre la multitud -veloz como un cádillac sin frenos- errante como un taxi por el desierto, inquieto como un párroco en un burdel... un cinco y tres minutos ¿cuándo vas a llegar?
Recordarás la primera vez en que con su trajín nos juntó la vida, estábamos sentados en coro (Sabineando) y las horas pasaban de prisa entre el humo y la risa. Así las amarguras no son amargas.
Al calor de Freddy, Bono, Delgadillo y el mismo Joaquín siglos pasaron sin que el azar -duende juguetón- sus hilos moviera. No pude dejar de voltear al sonar la marcha nupcial; las olas entre las farolas me cegaron... y no se si soñé o era tuya la ardiente voz que me iba diciendo al oído "me moría de ganas querido de verte otra vez"; pero antes de ayer sabía que eras tú.
A la orilla de la chimenea, por dos veces el destino me hizo un guiño en forma de labios de mujer; por segunda vez la casualidad me cruzó contigo.
La Noche que yo amo no termina jamás ¡bendito descontrol!... ¿Qué adelantas sabiendo mi nombre, qué más quieres Adán?
Incluso en estos tiempos, cuando el respirar es un ingrato deber para conmigo; incluso en estos tiempos todos los días tienen un minuto en que cierro los ojos y disfruto echándote de menos.
Puedo ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños, que te besaré la nuca mientras miras saltar a la llama echarle leña al fuego; la misma que me dice que es absurdo cuando cobra más el deseo y si quieres también, no es que no quieras que no quiero quererte. 
Puedo ponerme triste y decir que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Ojalá que estuvieras conmigo... ¡Sabineando!

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